viernes, 25 de enero de 2008

Kafka en México

¿Quién no ha hecho algún tramite en una alguna oficina gubernamental? Luego de leer a Kafka, casi comprendo su desesperación por entender los entresijos de la burocracia. Les cuento algo que aún me causa tremenda risa y no frustración, para tristeza de cualquier burócrata.
Luego de 44 años sin contar con un pasaporte mexicano me dirigí a la oficina de Relaciones Exteriores para tramitar uno. A sabiendas de que a uno le piden hasta la mano del muerto en esas oficinas fuí con algunos documentos que según me habían contado algunos no-burócratas, serían suficientes, pero con la certeza de que me pedirían más. Luego de una pequeña fila en la que devolvían a TODOS los solicitantes, me llegó el turno (de ser rechazada). Presenté mis documentos, el primero, mi acta de nacimiento. El aburrido oficinista leyó mi acta de nacimiento y me preguntó mi fecha de nacimiento (entonces creo que no leyó el acta completamente) , luego me preguntó si me habían registrado casi un año después, le contesté que no sabía (¿esperaría que yo lo recordará?) El diligente funcionario atrajó mi atención al hecho de que me habían registrado el 12 de agosto de 1964, cuando contaba yo con casi un añito de vida. Por ese hecho debía yo presentar otros documentos de apoyo (¿apoyo a qué? ¿al hecho de existir?). Los documentos solicitados serían los siguientes:
a) Mi certficado de primaria. Siempre y cuando yo hubiese cursado la primaria normal en 6 años. Mentalmente me felicité por el hecho de no haber reprobado ningun año, porque si no, no hubiera sido válido el hecho de que fugazmente me aprendí las tablas y los tiempos (bueno, algunos) de los verbos.
b) El acta de nacimiento de mi hermano mayor, siempre y cuando él SI hubiera sido registrado en tiempo y forma. A estas alturas y a punto de soltar sonora carcajada, le pregunté al oficinista, y si yo soy la hija mayor. Me contestó que entonces obviamente no podría presentar ese requisito. Estuve tentada a preguntarle si valdría presentar la de mi hermana menor, pero sabiendo que los burócratas son más sentidos que la muerte de Pedro Infante y tienen en el poder de rechazar trámites al sentir violentado ese poder, permanecí callada. Ah! esa es otra de las cosas que aprendí en la escuela, si te le pones picudo al maestro, te va mal!!! realmente nunca me importó cuando acudía al centro del saber y debo confesar con pena, que al final de cuentas la maestra de química en alguna ocasión salió del salón bastante contrariada luego de haber sido víctima de uno de mis primers intentos por derrocar al régimen. Afortunadamente ese desplante no se vió reflejado en mis calificaciones, salía mal por mi propio esfuerzo.
c) El acta de matrimonio de mis padres, siempre y cuando ellos se hubieran casado ANTES de yo haber nacido. Tímidamente le pregunte al aún calmado oficinista que qué tal si mis padres se hubieran casado después, entonces el me contestó que entonces el único recurso que tenía era el presentar el documento descrito en a). Aquí viene otro ligero problema, mis padres, según entiendo, viven en unión libre de acuerdo a las leyes mexicanas ,desde hace casi 60 años. La única acta de matrimonio con la que cuentan es la que les fué expedida en Los Angeles California, USA y nunca han legalizado en éste burocratizado país.
Me retiré de la ventanilla, agradeciendo al buen oficinista su acuciosidad al revisar los documentos, pues luego de 44 años de realizar diversos trámites ante oficinas gubernamentales, nadie había reparado en el hecho de la tardanza de mis padres en acudir a registrarme. Miles de cosas terrible podrían haber pasado debido a tal desatino. Hubieran podido decidir no nombrarme Rebeca, podrían haberme robado los húngaros y nunca nadie hubiera podido reclamar nada, porque durante casi un año de existencia física en éste mundo, yo en realidad no existía porque no me habían registrado. Pero en lugar de quebrarme la cabeza preguntándome la cantidad de horribles posibilidades de no existir, me subí a mi carro y solté tremenda carcajada de incredulidad. Ay, si el pobre Kafka no se la hubiera tomado tan en serio, bueno, tal vez su vida no hubiera sido tan problemática ni sus escritos tan complejos y por ende, serían bastante malos.

martes, 8 de enero de 2008

Peñasco en diciembre

Lo primero que llamaba la atención del paisaje era lo azul del cielo, completamente limpio, sin ninguna nube visible. Los rayos del sol caían directamente sobre la arena obligando a entrecerrar lo ojos. A lo lejos una gaviota se dejaba llevar por el viento. El ave se deslizaba moviendo levemente sus alas, sin pelear contra la corriente tan fuerte del aire. Iba y venía , adelantandose un poco y luego retrocediendo, completamente a merced de la corriente. Mas abajo, en el patio de una de las casas, el viento hacia remolinos con la arena que se había depositado en el piso durante la noche. Dejaba rastros de arena que lentamente cambiaban conforme se depositaba mas arena movida por la corriente. El único sonido perceptible era el del fuerte viento al chocar contra un letrero de que pendía de una cerca o contra el rompevientos y mis oidos. Era un momento de absoluta paz, a pesar de la fuerza del viento y el frío que se colaba entre la ropa. Entonces se puede sentir tranquilidad en medio del ventarrón, en medio de la vorágine de sentimientos encontrados, alegría, coraje, displicencia, gritos y silencios. Bien, para eso puede servir ir a la playa en un gélido diciembre.