viernes, 6 de noviembre de 2009

Por si no hay reencarnación.

Hemos perdido una madre y una esposa, pero hemos hallado una buena estudiante. Así definió mi marido la situación por la que atraviesa mi casa desde el inicio de clases. Y sí, no puedo negarlo, me he convertido en estudiante de tiempo completo. Lo prueban mis ojeras y los seis libros que están sobre mi escritorio. Mis días transcurren entre clases y tareas. Tareas escolares y hogareñas. Mientras llevaba a Joel a la competencia de boliche del Estatal de Olimpiadas Especiales, iba pensando en el trabajo pendiente sobre la Odisea. Aunque no podía quitarme de la cabeza a Sor Juana y su Primero Sueño, que me ha traído insomne. Canto el Himno a Hipnos rogando que se apiade de mí y me impulse a hacer bien el trabajo final de Analisis Literario.

Entrar a la Universidad ha sido fabuloso, así con todo. No he visto sin embargo, el mismo impetu en mis compañeros más jovenes, ¿será acaso que pocas cosas les sorprenden? Si así fuera, me felicito por no haber perdido entonces mi capacidad de asombro. Pero claro, ellos tiene la vida por delante y yo, bueno, ya camine un buen trecho.

Hoy pensaba todas las vidas que he vivido en una sola. Muchos las vivimos, pero por alguna razón que desconozco, me han sorprendido todas las vidas mías. Estaba esperando a que me recibieran el certificado de preparatoria que debía entregar ahora. Para poder ir, tuve que dejar a mi hijo en medio de una competencia, sin mis porras. Ya había planeado lo que ibamos a comer y la ropa estaba limpia. Había lavado mientras terminaba de preparar una exposición sobre "Electra" y estudiaba para el examen de linguística. Y aquí quedaría bien otros comentarios que he recibido "¿quién te tiene estudiando?" "¿qué necesidad de complicartela existencia?" Me tengo estudiando yo y la necesidad es la de seguir viviendo, tantas vidas como pueda, por si no hay reencarnación.