domingo, 10 de octubre de 2010

Qué distinto es el cine francés del norteamericano. Fuí a ver "Coco e Igor" al cine. Es una pelicula que se presentó dentro del tour de cine francés en Cinepolis. Me sorprendió ver cómo, más que contar una historia, la pelicula se encarga de dibujar a los personajes. Poco a poco, escena por escena.
Durante la pelicula, Coco Chanel se va descubriendo. Aparece primero vestida de blanco para acudir a un concierto donde Stravinsky presenta un concierto que a nadie gustó. No podemos saber si tampoco le gustó a Coco. De esa manera tan sutil, ví cuán encubierta presentan a Coco en esas escenas. Coco va cambiando su vestuario, sin dejar el negro y el blanco durante todo el film. Ambos colores los va presentando en su ropa dependiendo del estado de ánimo que presente.
La esposa de Igor le pregunta a Coco en una escena, si no le gustan los colores. Y Coco responde que si, que le gustan el negro y el blanco. Por eso su casa toda, está pintada y decorada solo con esos dos colores. Parece que para ella no hay medias tintas, todo es negro o blanco. Cuando Igor le dice que lo que ella hace no es arte, sino costura, Coco se enfurece. Y vemos cómo trata de describir lo que busca ella al tratar de elaborar su clásico "Chanel No. 5".
También dentro del mismo tour de cine francés fuí a ver "Les regrets". Trata sobre dos novios que, por alguna razón se separan y vuelven a encontrarse años después cuando cada uno está casado ya. La trama es agobiante, la indecición, la culpa, la mentira y el deseo de una vida distinta se mezclan interminablemente.
Ninguna de las dos peliculas tiene el típico happy ending de las peliculas americanas. Ni tampoco establece juicios sobre la trama o los personajes. Por eso tal vez me gustaron tanto. Presentan historias, personajes y lo que queda para el espectador es gozar y analizar. Pensar en el final que quiera.
¿Se enamoró Coco de Igor? ¿Probó que también lo de ella era arte? ¿e
stá sobrevaluado el "arte"? porque Coco plantea en algún momento que ella es tan poderosa como Igor al escribir su música. En fin, toda otra visión en cine se desvela ante mí. Y eso que no he visto cine japones. Será el siguiente paso.
Ah si, "el encanto del erizo" es otra pelicula del tour francés. Muy diferente y muy buena.

viernes, 8 de octubre de 2010

La dimensión de los sentidos

¿Quién pudiera vivir solo de sentimientos? La valentía de sentir completamente todo. El mundo lógico tendría que desaparecer para dar rienda suelta solo a la dimensión de lo sensible.
Cuando voy a la playa me encanta acostarme sobre una toalla en la arena y asolearme. Esos momentos son de abandono total en los cuales solo me concentro en sentir el sol penetrar en mi piel. Nací en el tiempo en el que a nadie se le occurría ponerse protector solar grado 100 y no apreciabamos el hecho de que la capa de ozono estaba completita, completita. El hecho que ahora nos vengan con la urgente necesidad de huir del sol como una plaga para mí no significa nada. Yo necesito fotosintetizar, aunque carezca de clorofila.
Mi fijación con el sol es sólo una de las maneras en las que me permito sentir. O más bien, concentrarme en sentir. Cuando nos centramos en los sentimientos, el mundo concreto no existe, la mente se pierde al percatarnos solamente en lo que se percibe a través de los sentidos. El escuchar una melodía y tratar de colocarme en alguna situación a la que me empujen esas notas también puede abstraerme completamente del mundo.
La dimensión de lo sensible es un camino difícil de seguir. Es más la gente que prefiere vivir en un mundo estructurado dentro de la lógica y lo concreto. Y sí, porque los sentimientos son inasibles y particulares. Cada individuo percibe las sensaciones de manera diferente. Vamos, hay quien no puede percibir a qué huele el color verde. Muchas personas evaden completamente abandonarse a las sensaciones. Yo no tanto, tal vez por eso siempre fui , como la chillona de mi casa. Vaya, lloraba por nada, o más bien ante cualquier provocación. Lloraba por la "sublime" interpretación de "La Chacha Micaila" en Navidad, y hasta por haber roto una botella de cerveza, que yo no me iba a tomar!! y conste que no me había cortado con ningún vidrio. Esa "habilidad para llorar" no se me ha quitado, pero a menudo si es una incomodidad.
Ahora mismo estoy en ese estado, me pierdo en mi sensibilidad.

miércoles, 17 de febrero de 2010

compás de espera

¿Y si todo fuera un compás de espera? A veces parece serlo. Espera el día a la noche. El desierto el agua para florecer.
Esperas que la vida siga y que la puedas seguir viviendo. Pero la vida se detiene, el compás se hace eterno. La música se detiene y esperas que empiece otra vez, pero entonces ya no hay sonidos que rompan el silencio. La respiración, la alegría y la lucha se detienen
i n t e r m i n a b l e m e n t e.

domingo, 31 de enero de 2010

¿FAOT?


Conseguí, mi querida Feli, dejarme envolver en un par de eventos del FAOT. Lejos, eso sí de Álamos, pero ya lo conoceré cuando no haya tanta gente. Te decía que pude ir a un par de presentaciones. El jueves por la tarde acudimos mi hermana, mi cuñado y yo a escuchar y ver a "Los Folkloristas". Mi hermana desesperada, me llamaba para que no se me hiciera tarde y pudieramos sentarnos en un lugar privilegiado, tan cerca del escenario como fuera posible. Yo, con calma justificadisima, terminé de ayudar con alguna tarea a mi hijo y luego me presenté en casa de mi hermana, quien me esperaba ansiosa... en la banqueta!! Calma, le dije, si en la presentación solo estarémos nosotros tres, el Né y la Marianto. Digo, no por desconfiar, pero

1. ¿Cuántos sobrevivientes de la época recordarán a "Los Folkloristas"? y

2. ¿Todavía se usa escuchar música "latinoamericana"?


Llegamos prestos a las 6:15 pm para encontarnos a unas 4 personas esperando. Decidí sentarme en la segunda fila, por aquello que nos fueran a quitar cuando llegaran los VIPs. Para nada, solo había tres lugares reservados. El Né y la Marianto llegaron después de nosotros (justo como yo lo había predicho). Al final si hubo bastante gente y Los Folkloristas nos deleitaron con canciones interpretadas con charangos, quenas y hasta tambores hechos de caparazón de tortuga (que ellos no se habían comido, aclararon) que hicieron sonar utilizando de baquetas cuernos de venado. No tratemos de entrarnos en cuestiones de ambientalistas, ¿ok? El concierto estuvo bastante bien, plagado de mis regresiones al pasado. Cuánto escuché esa música en otros tiempos.


La otra presentación a la que acudí fue a la de Joaquín Cortés. ¿Me hubiera valido presentarme como su pariente para conseguir boletos en la zona VIP? o mejor ¿hablarle a mi compadrito, papá de la Poli Coronel? Pues ni lo uno ni lo otro, solo logramos sentarnos en una banca, detrás del equipo de sonido, colocada estratégicamente frente a una palmera. Podría pararme en la banca para ver el espectáculo sin molestar a nadie, ¿o si? Bueno, eso pasa por no colocar las gradas que solían colocar en ocasiones semejantes, cuando se trataba de entretener al pueblo "gratis". En fin, al lugar, ya lleno, siguió llegando más gente. Era todo un desfile de personajes. Los muy guapos y arreglados como para ir al teatro, los que llegaban en pants para protegerse del frío de 20 grados, los papás jovenes llevando a sus bebés en carriolas (cuestión que da para otra entrada de blog) y las mujeres, de todas edades que (creo) querían ver al bailaor que se quita la camisa.

La presentación estuvo bastante buena a pesar de la testarudez de la cortina que ya no daba para más FAOT. Cuando por fin lograron medio destrabarla, aparecieron a los músicos y las cantaoras iniciando así el espectáculo. En la pantalla del fondo se proyectaban luces y en el momento de una coreografía, la foto de la madre de Joaquín. Esa coreografía fue una de las que más me gustó, la manera de transmitir ideas y sentimientos mediante el baile aunado a la letra de la canción y la música fue sublime. Solo que en esa sinestésia, sobraba el terrible olor a romero, tomillo y clavo de la mujer que estaba parada detrás de mí.

Si, el espectáculo estuvo plagado de situaciones chuscas, era como estar en dos lugares al mismo tiempo. Uno era al que trataba de escapar siguiendo los movimientos de flamenco del gitano, con el ritmo de las palmas, el taconeo y las cantaoras. El otro lugar era el real, en el que estaba, arriba de la banca, en la última fila. Adelante de los que no veían nada y se dedicaban a gritar a todo el que pasaba y al "pelón" que tomaba fotos; Enseguida de la chica que me pidió mis binoculares para ver al producto de la mercadotecnia que baila con el torso desnudo y ante el que suspiraron cuando se quitó la chaqueta para utilizarla como capote (no sé si eso se entendió). Al regresarme los binoculares, me dijo "se parece a Ricky Martin, ¿no?" Como respuesta solamente le dí la espalda, no pude ver el taconeo en ese momento, pues cerré los ojos para tratar de borrar lo recién escuchado.

Creo que Joaquín percibía algo semejante, pues trataba de animar a sus músicos para que le imprimieran más fuerza a la interpretación. ¿Sentiría que lo que estaba presentando era desconocido para la gente de Hermosillo? ¿necesitaría sentir de ellos, que no del público, la energía para seguir? No lo sabré.

En resumidas cuentas, Feli, si me gustó pero no lo disfruté tanto. El lugar no era el óptimo, pero beggars can´t be choosers, era gratis y la plaza no es Bellas Artes. A la próxima...

jueves, 21 de enero de 2010

Problemas éticos

Entró a clase con 20 minutos de retraso. Alguna mejoría que el día anterior cuando llegó 35 minutos tarde y cuando casi todos los alumnos ya se habían retirado. Se presentó como el maestro de ética. Dió su nombre y luego comenzó una perorata en la que explicaba que no tenía mucho sentido que se impartiera tal materia, pues todos estaríamos de acuerdo en que los valores se habían perdido y que no había modo de que con una clase se pudiera remediar la situación. Ni modo que al terminar la clase, luego de tratar de presentarnos un panorama determinado pudieramos ponernos de acuerdo y nos tomaramos de las manos para cantar canciones de amor y paz. Por tanto, en lugar de dar clases de ética él proponía un programa alternativo, el cual le había rendido mejores frutos. Nos dijo que la clase consistiría en leer libros y luego contarselos. Como la carrera de letras consistía en leer libros, tendríamos que leer 15 libros durante el semestre y luego venir a la clase a "platicarselos". Debíamos traer el libro para que lo firmara y así tener un registro. Mencionó que en otras carreras donde ha propuesto su plan les pide a los alumnos que lean un solo libro, pero dado que nosotros leemos más, pues justo era que leyeramos 15. Pregutó la opinión de los alumnos y éstos respondieron que eran muchos, ¿qué tal si leemos 10? Aventuró alguien. El maestro estuvo de acuerdo y pasó unas listas con los nombres de los libros que proponía. La lista (y la clase a mi ver) estaban para llorar. Algunas "perlas" las reproduzco aquí: "los niños índigo", ""el aura y sus colores", "la biblia", y otros que ni recordar quiero.
Salí del salón sin poder creer lo que había escuchado. Pensé que al día siguiente el maestro volvería y nos diría que lo dicho el día anterior era una gran falta de ética y que durante el curso nos mostraría por qué. Nada más alejado de la realidad. Al día siguiente el maestro seguía en sus trece. Repitió lo mismo y se escudó diciendo que esa era su manera de "rescatar" a un país en el que las librerías están desapareciendo. Y que solo debemos "contar" lo que dice el libro, sin análisis de por medio, volver a los origenes de la lectura, solo el "gozo" que puede proporcionar ese "bello" ritual.
Luego de escucharme lanzar al viento mis quejas en cuanto a la falta de ética del maestro de ética he escuchado muchos comentarios. Que si es mejor así, pues en tres patadas terminaríamos con la materia para concentrarnos en lo que realmente importaba. Alguién más me animaba a que hablara con el mismo maestro y le expusiera mi inconformidad o con algún directivo para buscar una solución. Y aquí me asaltan varios escenarios posibles.
1. Que el maestro se enoje y al fin y al cabo me dé una mala nota, que realmente no necesito.
2. Que mis compañeros se enfurezcan al tener que llevar la materia como se debe, con exámenes y todo, luego que podrían pasarsela tan bien y a sus anchas, pues esos 15 libros o más tendríamos que leer de cualquier manera a lo largo del semestre, con análisis y más.
3. Que por más que me queje, debido al sindicato de maestros, no se logrará modificar en nada la actitud del maestro, y volvamos al punto 1.
¿Problemas éticos? ¿De quién? Pues al parecer solo míos, el mestro no tiene ningun problema, mis compañeros tampoco y yo, ética he llevado en la escuela y en la vida, lo cual no me hace una persona con más o menos ética. Pero creo que al menos si puedo distinguir entre conductas éticas y las que no lo son.
Estaba muy orgullosa de las mejorías en la Universidad de Sonora. Ahora no lo estoy tanto. Ya les contaré de mi visita a la librería Universitaria. Pero como en el mundo... hay cada persona!!!